Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



lunes, 8 de agosto de 2016

3/6/2016 – Llinars (Matamala)

Ha habido un descanso obligado por la Patum y cuando nos volvemos a ver, me presento con una tos molesta, apodada el “virus de la Patum” porque después de las lluvias durante las celebraciones, se ha propagado como la pólvora por la ciudad. Me pregunto si sería mejor quedarme en casa pero ha sido una semana muy dura de trabajo y, a pesar de mis quejas, una salida con Pep y Carles no tiene precio. E igual el ejercicio y el aire limpio me ayudarán a curarme.

Aparcamos cerca de la casa de La Ribera en lo que era el tramo inferior del ferrocarril que venía de Catllarí, al pie del teleférico que vimos hace dos semanas. La primavera está siendo espléndida y, a estas horas, todo tiene un aire fresco.

“¿Dónde vamos?”, pregunto a Pep. “Vamos a hacer todos estos caminos nuevos que no te dejé seguir la vez anterior. Solo pido un pequeño favor a cambio. Hay un topónimo sospechoso en Matamala, el Serrat de les Lluelles”.

Lo primero es buscar la continuación del camino que subía al collado de La Grau pero desde el este. Cruzamos la Riera de Cal Companyo y subimos al otro lado, buscando el camino. Subo la cuesta tosiendo como un tuberculósico, parando cada 5 minutos para escupir una flema blanquecina que viene desde las profundidades de mis pulmones. ¿Y si no es una simple tos sino los primeros síntomas de una bronquitis o una pulmonía?, me pregunto. ¿O me volveré asmático? ¿O resulta que ahora soy alérgico al polen o simplemente a estar al aire libre?

Ajenos a estas preocupaciones, Pep y Carles no tardan en encontrar un camino que va zigzagueando hacia arriba que luego se aplana y va directamente hacia el collado. “Primer objetivo conseguido”, dice Pep. Mientras intento recuperar el aliento, hago señales para indicar mi alegría. “Tienes que dejar de fumar, Steve”, me dice Carles. “Mira que te lo hemos dicho”. Muy gracioso, pienso.

Entramos nuevamente en el camino a la Palanca de Sant Lleir. Con menos pendiente, la tos se calma. Será un patrón que se irá repitiendo a lo largo del día. Más pendiente, más tos. Menos pendiente o plano, paz y silencio.

El camino de la Palanca de Sant Lleir, visto desde el otro lado del torrente, con la Serra de Busa al fondo

Nos desviamos por la pequeña variante que vimos el otro día. Pasamos a pie de pared, donde vemos un pequeño refugio creado en la roca y unas diminutas zonas de cultivo colgadas sobre el precipicio. Alguien vivía aquí en algún momento. Un camino muy tenue pasa por un ‘grau’ y estamos al otro lado, donde entramos en otro camino más consolidado. Será el camino nuevo que vimos que bajaba desde los campos de Cal Valentí. Primero lo seguimos hacia abajo; al cabo de 50 metros, empalma con el camino de la Palanca de Sant Lleir. Damos la vuelta pero el camino se pierde en los campos. Subimos hasta la pista sin camino y lo volvemos a probar desde arriba. Se vuelve a perder pero un débil zigzag que apunta hacia donde lo perdimos abajo nos parece una prueba suficiente y volvemos a la pista.

Subimos unos 150 metros más por la pista hacia Cal Valentí y luego nos desviamos por la derecha por un camino que sigue otra faja del valle del Agua de la Corba, unos 75 metros por encima de la faja que seguimos hace dos semanas. Este camino está mejor conservado y tiene un trazado muy bonito, buscando el paso entre las rocas. Las vistas hacia delante y hacia atrás son preciosas, hace una temperatura ideal, el camino es fácil, cantan los pájaros. Durante unos minutos me olvido de mi preocupante estado de salud y me dejo llevar por la belleza del momento.

 Mirando hacia el fondo del valle, en el camino de Cal Valentí

Llegamos al fondo del valle, cruzamos la riera y continuamos por una pista larga que va hacia la casa de Matamala. Me quedo atrás y cuando atrapo a Carles y Pep, están enfrascados en una conversación sobre los límites territoriales entre feudos. “Piensa que esta zona es crucial”, dice Pep. “Aquí se tocan dos señoríos. El castillo de Terça marcaba el final de las propiedades de los Berga y el castillo de Terrers, al otro lado del Torrente de Castellar, señalaba el comienzo de las propiedades de los Cardona”.

Vuelvo a quedarme atrás en esta larga subida, aquejado de un ataque de tos. Cuando les atrapo nuevamente, la conversación me parece extrañamente familiar: “Fíjate, Carles”, dice Pep. “El territorio de los Berga no empieza hasta el castillo de Terça, encima del Torrente de Castellar, ya que hasta allí llegaban las posesiones de los Cardona, cuyo límite lo marcaba el castillo de Terrers”.

Miro mi reloj, a ver si nos hemos quedado atrapados en un bucle de tiempo-espacio, pero no, han pasado 10 minutos desde la última vez. Llegamos a Matamala, una casa intacta aunque algo dilapidada. Aquí había el topónimo extraño. Pep albergaba esperanzas de encontrar un dolmen y damos una batida por los alrededores. Lo único que encontramos es una pila de piedras sospechosas en un grupo de árboles que podrían ser medievales, dice Pep.

La casa de Matamala

Nos alejamos de las vacas y buscamos un sitio para comer. Cuando reemprendemos la marcha, buscamos el camino que no supimos ver la última vez. Lo encontramos pero, o bien éramos muy buenos hace 10 años, con una agudeza visual excepcional, o el camino se ha difuminado desde entonces, porque seguir su trazado se ha convertido en un ejercicio de rastreo digno de un comanche, adivinando su paso a base de cambios sutiles en el terreno.

El camino que nos llevará al pie del teleférico

Empalmamos con el camino de Cal Verge pero esta vez continuamos, bajando por la Rasa del Pelat hasta llegar al antiguo ferrocarril, ya cerca del coche y con el edificio del teleférico encima nuestro, en lo alto del precipicio.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 9,2 km; 490 metros de desnivel acumulado.

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