Hoy
Carles tiene que estar a las 4.30 detrás del mostrador de su hotel y Pep tiene
que madrugar mañana para un largo viaje, lo que obliga a buscar una salida
cerca de casa. Propongo volver al pueblo abandonado de Peguera ya que, a pesar
de haberlo visitado unas cuantas veces, aún quedan muchas cosas por ver allí.
Concretamente,
las fotos antiguas muestran un edificio al lado del plano inclinado nº 4,
frente al Cargador del Grau. Se ve un edificio bastante sólido pero nunca lo
había visto a pesar de haber estado muchas veces en las inmediaciones. Al ver
la foto, la tentación es convertirlo mentalmente en el propio cargador pero,
después de examinar objetivamente cómo está situado en el paisaje, hay que
admitir que no puede ser.
Dejamos
el coche en la bifurcación de pistas, una que va al Coll d’Hortons y la otra
que va al núcleo del pueblo. Con las tormentas de tarde, está todo muy verde y
bucólico. Hay unas cuantas vacas pastando pero con tanto prado, no dan abasto y
aún quedan extensas zonas sin tocar, repletas de flores.
Pero aunque hoy puede
parecer un paraíso natural, que nadie se engañe; si sus habitantes se marcharon
en los años 50, era para buscar una vida mejor, huyendo de los largos y gélidos
inviernos y la miseria reinante.
Vista parcial del pueblo de Peguera
Y la misma vista cuando las casas aún estaban en pie (Foto extraída del libro "Relleu fotogràfic de les mines del Berguedà")
El
famoso excursionista Cesar August Torras de principios del siglo XX hablaba de
un hostal en Peguera pero aconsejaba ir bien aprovisionado porque allí nunca
tenían comida. Nosotros le hemos hecho caso y llevamos bocadillos, fruta,
nueces, agua y una botella de cerveza inglesa, la muy preciada Dedo del Obispo.
Tomamos
primero la pista hacia el pueblo y al llegar al cementerio, buscamos la forma
de llegar al torrente, el Barranc dels Graus, ya que Pep había oído que había
una bocamina colgada encima del torrente. Al final la encontramos, un agujero
hecho en la roca, con otro agujero al lado (¿el polvorín?).
A partir de aquí, vamos a los restos del molino, cuyo canal parece que quedó aniquilado por las obras de la mina corriente arriba. Luego vamos ajando el valle, visitando por orden la torre de luz, la Cantina, la mina Pepita, desde donde arranca la vía de tren, la mina Porvenir, el edificio con los antiguos pisos y el Portell, que marcaba la entrada al complejo minero. Pasamos un grupo de ciclistas haciendo el circuito de Rasos de Peguera. “Falta poco”, les digo para animarles. Tanto yo como ellos sabemos que es mentira.
Entrada de la mina cerca del molino
A partir de aquí, vamos a los restos del molino, cuyo canal parece que quedó aniquilado por las obras de la mina corriente arriba. Luego vamos ajando el valle, visitando por orden la torre de luz, la Cantina, la mina Pepita, desde donde arranca la vía de tren, la mina Porvenir, el edificio con los antiguos pisos y el Portell, que marcaba la entrada al complejo minero. Pasamos un grupo de ciclistas haciendo el circuito de Rasos de Peguera. “Falta poco”, les digo para animarles. Tanto yo como ellos sabemos que es mentira.
La torre del transformador que suministraba electricidad generada por una máquina de vapor a las otras instalaciones
La Cantina, donde estaba la sede administrativa de las minas y la casa del gerente
La entrada de la mina Pepita. Hoy sólo se ve una zanja amplia con un pequeño agujero al final. Detrás, el cerro de Peguera donde estaba el pueblo y a la izquierda se intuyen los edificios de la Cantina. Esta foto permite apreciar el desastre ecológico que debía suponer la minería para esa zona. (Foto extraída del libro "Relleu fotogràfic de les mines del Berguedà")
Entrada de la mina Porvenir
Y el inicio de la galería
El Portell, entrada del complejo minero
Continuamos
por la pista de Coll d’Hortons hasta el inicio del Plano Inclinado 4, que
bajamos. Tras algunas dificultades, llegamos abajo al torrente, con el cargador
delante y a un paso del camino señalizado dels Bons Homes. Y allí perdido en
los árboles, vemos una superficie plana; es el suelo de la planta baja y todo
lo que queda de la Casa dels Graus. Las veces que hemos pasado al lado y nunca
se nos ha ocurrido echar un vistazo.
Lo que queda hoy de la casa dels Graus
Y cómo era, con el plano inclinado al lado. (Foto extraída del libro "Relleu fotogràfic de les mines del Berguedà")
Almorzamos
encima del cargador. Hacia Ensija, el cielo se va tapando e incluso caen
algunas gotas. Al final, decidimos poner rumbo al coche, subiendo por la pista.
Con el calor de la tarde, las mariposas han salido y me entretengo a intentar
fotografiarlas. Pasamos por el camino que va a la Creu de Fumanya. Yo no lo he
seguido nunca pero Pep lo ha subido muchas veces. Así que Carles y yo nos
desviamos para seguirlo y Pep nos esperará en el Pla de la Creu de Fumanya con
el coche. Sigue una subida ingrata en línea recta que nos deja en el Collet
Mercadal, bastante alejado del coche. Todo eso sugiere una red de comunicación
que estaba montada al margen de la actual red de carreteras y habrá que
investigarla.
Con
eso, damos por concluida la salida de hoy. 7,8 km; 350 metros de desnivel
acumulado.
Algunas de las mariposas que pude fotografiar aquel día. Aquí, Vanessa cardui (Painted lady).
Coenonympha arcania (Pearly heath)
Brenthis daphne (Marbled fritillary)
Melanargia lachesis (Iberian marbled white)