El jueves Pep me llama. Se ve que el
camino que marca la Minuta entre Castellar del Riu y Rasos de Peguera no lo
tenemos, y no es la ruta señalizada actualmente. Y para bajar, me propone el
camino de Rasos a Puigventós. Hace muchos años me había hablado de ese camino
como especialmente atractivo pero nunca había encontrado el momento de
seguirlo.
Aparcamos en la carretera frente a la
entrada de la casa de Puigventós, antigua casa de pagès dedicada al turismo
rural y la celebración de bodas y otros eventos. La primera tarea es seguir el
camino que conectaba Castellar del Riu y Puigventós. Seguimos lo que ahora es
una pista antigua por un prado extenso. En la época de setas, toda esta zona se
llena de coches y gente pero hoy lo tenemos todo para nosotros. Hace una
temperatura agradable y no hay ni una nube en el cielo, aunque están previstas
lluvias intensas para mañana.
Siguiendo el track de la Minuta que
Carles ha grabado en su GPS, al final del prado, giramos a la izquierda por una
pista secundaria que empieza a bajar por el bosque hacia la casa de Castellar.
La pista se convierte en camino y, con la casa a la vista, da un giro y acaba
encima del molino.
La casa de Castellar del Riu, desde el antiguo molino
Hace unos cuantos años, Pep y yo
habíamos hecho una pequeña campaña por la zona de Castellar y nunca se nos
había ocurrido mirar detrás del molino. Pero en aquel tiempo, no conocíamos la
existencia de las Minutas y para consultar cualquier documento en el Institut
Cartogràfic de Catalunya (ICC), había que viajar a Barcelona.
Antes del giro al molino, vemos dos
caminos separados por unos 10 metros que suben hacia Els Porxos. A Pep le gusta
el de más abajo; a mí me gusta más el de arriba pero, según Pep, es demasiado
recto, “solo para bajar troncos”, dice. Seguimos el de más abajo.
Mientras caminamos, Pep explica
detalles de la casa de Castellar, ya que en una ocasión la visitó por dentro
para hacer un plano. “Su interior es una maravilla”, dice, “lleno de arcos
góticos. Además, empezó como una torre medieval. Luego está la iglesia, las
casas medievales alrededor, el molino … Bien explicada, sería una atracción de
primer orden y está en un estado de abandono total”, lamenta.
Mientras tanto, el camino se desvía
del trazado que tiene Carles en su GPS y acaba muriendo en una valla de
propiedad. Subimos sin camino y encontramos otro, que seguimos hacia abajo,
deshaciendo los 100 metros de desnivel que habíamos subido con tanto esfuerzo.
Cuando llegamos abajo, resulta que el camino bueno es el que había descartado.
“No es la primera vez que pasa una cosa así”, le advierto. “No. Y tampoco será
la última”, contesta impenitente. Damos la vuelta y empezamos a subir. Se ven marcas de pintura rosa, señales de antiguas
rutas excursionistas y confirmación que vamos por el buen camino.
Subiendo hacia Els Porxos por el lado "equivocado" de la iglesia
A pesar de la pintura, el camino acusa
decenios de abandono y está tapado. Llegamos a una bifurcación. El camino de la
izquierda parece muy marcado pero muere en el torrente y no se ve continuidad.
“Camino de vacas para beber”, sentencia. El otro camino sigue subiendo, dejando
la iglesia de San Llorenç dels Porxos a nuestra izquierda (el camino actual
deja la iglesia a la derecha). Se mete en el barranco del torrente, llenando el
paso de obstáculos. Cuando por fin conseguimos salir de allí, entramos en una
zona de manantiales, donde el agua brota del suelo por mil sitios. Debemos
saltar de una mata de hierba a otra, intentando evitar hundirnos en la tierra
blanda. Está claro que el camino no venía por aquí.
Por fin, conseguimos salir a la pista
de la casa de Els Porxos y vamos al pequeño collado entre la casa y la iglesia.
Allí parece que baja un camino tenue. Pep baja y explora. “Parece que venía
aquí pero, más abajo, no se puede pasar. La vegetación impide continuar”.
Continuamos por el track de la Minuta,
siguiendo las indicaciones de Carles. Cruzamos dos veces la carretera de Rasos
de Peguera y seguimos subiendo hacia el Xalet de Rasos, ahora con las marcas de
la caminada anual de Rasos a Manresa. Este camino lo había hecho yo al poco de
recibir la gran remesa de mapas del Parque de Cadí-Moixeró, cuando aún teníamos
muchos caminos buenos sin marcar. Sube hasta una especie de pasillo entre dos
rocas y luego se aplana. Con la subida, empiezo a toser otra vez y me quedo
atrás.
El camino antiguo de Rasos de Peguera
Carles y Pep parecen absortos en su
conversación. Desde mi posición 50 metros atrás, no les puedo oír pero me lo
puedo imaginar. “Ningún estudio serio de esta zona puede prescindir de la
división de territorios entre las casas nobles”, diría Pep. “Donde estamos
ahora sería propiedad de los Berga y su influencia se extendía por todo el
valle hacia el Aigua d’Ora, donde linda con las propiedades de los Cardona”. Veo
que se detiene momentáneamente, seguramente para recalcar lo que sigue:
“Testigo de ello es el castillo de Terça, que dominaba la confluencia del
Torrent de Castellar con el Aigua d’Ora y marcaba el final de los dominios de
los Berga. Al otro lado del torrente, está el castillo de Terrers y ya estamos
en tierra de los Cardona”. En fin, es un tema que da para mucho.
Pep y Carles me dejan atrás
Salimos a la carretera con el Xalet
delante. Fue antiguo refugio excursionista, motor del esquí en su tiempo y
centro para mil excursiones. Por desgracia, la construcción de carreteras hacia
el Pirineo animó a los excursionistas a buscar horizontes más lejanos y pasó
una mala época tras el cierre de la Estación de Esquí. Ha sido reformado
extensamente y vale la pena visitarlo. Después de todo, los que vivimos en
Berga lo tenemos a 15 minutos en coche.
El Xalet de Rasos de Peguera
Pero hoy nosotros tampoco paramos y
continuamos por la Font Calders. Carles vuelve a perder contacto con el track y
subimos una cuesta sin camino hacia el este. De repente, Carles desaparece en
un hueco del terreno. Cuando reaparece, nos informa que su GPS vuelve a dar
señales de vida. El hueco es en realidad un surco, indicio de un camino, y lo
seguimos hacia abajo hasta tener la carretera a la vista. El camino la cruza
mucho antes de llegar al Xalet. Damos la vuelta y seguimos subiendo. Llegamos a
la carretera nuevamente, donde se junta el ramal de subida con el de bajada.
La Font Calders
Entramos en un camino ancho o una
pista estrecha entre los dos ramales hasta salir por fin en la Plaça de la
Creu, con los edificios de la abandonada estación de esquí.
Por fin llegamos arriba
Ya no subiremos más, pienso con
alivio. Ha llegado el momento de recibir la recompensa de tanto esfuerzo y
conocer ese camino que tanto ha elogiado Pep. Con un cielo que empieza a
nublarse, bajamos por la carretera hasta el arranque de la pista que va a Els
Rasets y la torre de comunicación. Tras unos 200 metros, dejamos la pista,
pasando encima de la Font del Ca, y entramos en un bosque maduro de pino negro.
El camino es casi plano y, dentro del bosque, es fácil imaginarse en pleno
Pirineo.
El camino a El Far
Salimos a un mirador natural (El Far),
donde Pep pensaba comer. Desde esa atalaya privilegiada, tenemos una vista de
pájaro de los prados debajo. De repente, se oye una voz indignada que clama con
palabras mal sonantes contra los propietarios de fincas de montaña y los
ingenieros forestales. En los prados, se ha abierto una pista forestal nueva que
va serpenteando hacia arriba hasta Els Rasets, dejando una cicatriz muy visible
y nada estética.
El motivo de la indignación de Pep
Yo la había visto el año pasado en un
paseo con mi mujer a Els Rasets. Por lo visto, se había aprovechado una pista
para cortar bosque para prolongarla hasta la torre de comunicación, ya que la
pista de arriba (la que seguimos nosotros durante unos 200 metros) está
bastante deteriorada por la caída de piedras y la erosión. Pero para Pep, era
la primera vez y, con el recuerdo de unos prados prístinos de visitas
anteriores, el impacto es muy desagradable. De nada sirven mis intentos de
consolarlo, apelando a la fuerza imparable del progreso.
Pero finalmente logramos calmarlo y
comemos contemplando el paisaje, intentando asimilar los cambios producidos.
Desde El Far, el camino continúa en ligera bajada, pasando entre árboles y
rocas. Es encantador y altamente recomendable. Anotando antiguas carboneras,
salimos a los prados, cruzamos la pista infame y buscamos un collado al sur. El
cielo es cada vez más oscuro y Pep empieza a tener prisa.
El camino continúa
Una ‘fita’ enorme marca la entrada de
un ‘grau’ espectacular. Entre los precipicios de la cara sur de Els Rasets, se
ha creado este paso lo suficientemente ancho para permitir el paso de ganado
hacia los prados de Rasos. Paso por un pasillo estrecho con rocas altas a cada
lado y de repente, se abre una enorme vista mientras el camino baja hacia la
derecha para salvar el desnivel. Pep está cada vez más impaciente, temiendo
vernos atrapados en una tormenta, pero no puedo dejar de fotografiar este paso
tan impresionante y le obligo a esperar.
La 'fita' a la entrada del 'grau'
Y el camino de bajada desde el 'grau'
Por fin, quedo satisfecho que está
todo retratado y continuamos la bajada, entrando en el bosque encima de los campos
de Puigventós. Anotamos caminos que marchan hacia la izquierda y hacia la
derecha que algún día habrá que investigar. Salimos a los campos y pasamos por
las ruinas de la pequeña casa del Casalot. Quince minutos después, estamos en
el coche. Las nubes, tan amenazadoras cuando estábamos arriba, ahora parecen
más inofensivas y, de hecho, no llegó a llover durante toda la bajada.
La pequeña casa de Casalot con Puigventós detrás
Ahora viene San Juan, yo me voy unos
días a Portugal, Pep está trabajando en excavaciones arqueológicas y Carles
tiene un cursillo. No sé cuándo nos volveremos a ver.